En Venezuela, 9 de cada 10 asesinatos quedan sin castigo, y el año pasado, según cifras oficiales, mataron un promedio de 44 personas por día. Aunque numerosos delitos quedan impunes y muchos malhechores andan libres por la calle, parece que todavía hay delincuentes que terminan en las cárceles.

Lo curioso es que algunos de ellos incluso pagan para que los dejen entrar.

Como los malandros que se meten en problemas con las bandas del barrio: muchas veces bajo amenaza, buscan refugiarse en la cárcel, para que algún PRAN los proteja.

En la cárcel se paga por todo. Los familiares pagan para que sus presos permanezcan con vida. Y los presos también pagan por comida, tv, radio, aire acondicionado, bebidas, cigarrillos, drogas, un lugar cómodo para dormir y por protección extra. Algunos, con la autorización del PRAN, pueden comprar su propia arma.

Los PRANES organizan la vida y la economía. Centralizan y distribuyen los recursos cómo les da la gana.

Una cárcel puede tener varios PRANES en distintos sectores y a veces entran en conflicto. La última matanza fue en Maracaibo, con 16 muertos. Los cuerpos fueron salvajemente mutilados: parece que les arrancaron el corazón, los ojos, los penes. El vencedor fue el PRAN (o "líder negativo" como los llaman ahora) Edwin Ramón Soto Nava.

En todo caso, los PRANES defienden su negocio: tráfico de drogas, armas, secuestros, vacunas, protección, prostitución, juego e inclusive, venta de comida.

Su poder es reconocido y temido por todos. Controlan mafias y redes que se extienden fuera y dentro de las cárceles.

No es de extrañar que muchos niños en los barrios quieran ser PRANES cuando sean grandes. Cuando hay desalojos o requisas del Gobierno, también se desata la violencia (en 2011 y 2012 los desalojos de Yare y La Planta, y este año la requisa de Uribana, donde perecieron 58 personas e hirieron a más de 100).

Los PRANES y sus seguidores se resisten a abandonar sus dominios. En ningún lado estarían mejor que en la cárcel.

Es ilusorio pensar que sujetos tan poderosos y organizados se sientan obligados a permanecer dentro de las prisiones. Ellos salen a hacer sus diligencias, o se van de fiesta y luego regresan. Y uno ni se entera.

A veces las cosas les salen mal. Así, el pasado mes de agosto, abatieron a un PRAN en una venta de licores.

Pocos días después, otro fue capturado por la Guardia Nacional. Parece que ofreció Bs. 500.000 a los funcionarios si lo dejaban en libertad. Lo más triste es que no sabemos qué nos asombra más: que un PRAN ande suelto, o que los guardias no acepten el soborno.

Tal vez los guardias no le creyeron. Porque parece que mucha gente todavía cree que los PRANES no existen.

Siguen creyendo que los presos están presos y nosotros vivimos en libertad. Y mientras tanto, tenemos que andar paranoicos por las calles, a merced de ladrones, asesinos y secuestradores.

Lo cierto es que Venezuela se ha vuelto una inmensa cárcel. Y no hay pasajes de avión para escaparnos ¿Quién será el PRAN que nos controla? ¿O varios se disputan el cargo?